Abrimos lo que esperamos sea la primera de
muchas crónicas con una ruta fronteriza entre la provincia de Alicante y la de
Valencia.
En esta ocasión cruzamos la provincia, aunque
queda muy cerca de Alicante, una horita, en término de Bocairent y Banyeres de
Mariola, en el Parque Natural de la Sierra de Mariola.
Dejamos los coches en un área recreativa con
varias mesas, sombrita, y grandes rocas que los niños se disponen enseguida a
escalar. Aquí será donde acabaremos la ruta y comeremos, área recreativa Font
de Mariola.
Hay quien deja el coche más cerca del inicio de
la ruta, pero tampoco mucho más y esta zona es ideal para cuando lleguemos
preparar nuestra merecida recompensa en forma de viandas ya que dispone de
mesas y bancos de madera.
Empezamos a caminar por una pista forestal
amplia, que va subiendo, siempre subiendo. Cruzamos campos cultivados y nos
vamos adentrando en el monte por una senda. La ruta está señalizada, pero no
muy bien, hay que ir fijándose mucho, porque es fácil perder la senda. De
hecho, en un pequeño tramo, llega a perderse por la cantidad de vegetación de
la zona, pero se ve fácil que sigue por al lado y acaba llegando al mismo
sitio.
Vemos algunos árboles caídos, la vegetación es
muy abundante y diversa, las plantas aromáticas acompañan por todo el camino.
Ese olor a monte que nos hace disfrutar aún más si cabe con los paisajes que
vemos al mirar hacia atrás. Un apunte, con la vegetación cuidado con los niños,
es tan abundante que les puede entrar en los ojos a los niños, hay que ir
apartándola en varios tramos para que no les moleste demasiado.
Y seguimos subiendo, los niños se cansan, pero
para ellos es más divertido tener que ir “escalando” qué en llano, eso les
motiva, y ver los paisajes y los bichos de colores que vamos encontrando en el
camino también. Alucinan con un bichejo brillante negro y largo con manchas
rojas, contando los que van viendo y comparándolos para comprobar quién ha
encontrado al más grande.
Seguimos la ruta, los niños empiezan a
quejarse, quieren descanso para coger fuerzas, y justo en ese momento aparece
el monumento. A los niños de repente se les pasa el cansancio, el hambre, y
todo, suben corriendo para entrar, alucinan con la Cava de Don Miguel,
son los restos de un gran pozo de nieve, ¡espectacular!
Entramos a verlo, lo rodeamos para subir a la
parte de arriba, nos asomamos, y se sorprenden de la altura, seguimos el rodeo
y volvemos a bajar.
Ahora sí, aprovechamos el maravilloso lugar con vistas
espectaculares para sentarnos unos minutos a descansar y coger fuerzas, un
aperitivillo, siempre con la bolsa de basura para no dejar nada de nada por el
camino.
La parte de la ruta con más desnivel ya la
hemos superado pero aún nos quedan bastantes kilómetros para terminar
No hay que olvidar el agua, siempre hay que
llevar mínimo un botellín de agua para cada una de las personas que vayan.
Nosotros somos cuatro y llevamos mínimo seis, y siempre caen. Y esto a parte
del agua para la comida. Tampoco la gorra, y crema de sol. Eso sí, cuidado con
las ráfagas de viento, que de repente se pueden llevar la gorra volando ;).
Hay quien, desde la Cava de Don Miguel,
vuelve por el mismo camino, y la ruta se queda en unos 6 km, pero vale mucho la
pena continuar y hacer la ruta circular, que dependiendo de por dónde se haga
la bajada, pueden ser 10 u 11 km.
Así que nosotros seguimos, nuestro objetivo es
la Cueva de Bolumini, sabiendo que por el camino aun iban a haber
sorpresas.
Rodeamos de nuevo la Cava de Don Miguel y
seguimos subiendo, hay zonas en la que sí que hay que trepar un pelín, pero
dificultad mínima, la hicieron los niños, el más pequeño de 4 años y medio, y
les encantó. Pero no hay que confiarse, ni dejar a los niños solos, y hay que
fijarse siempre para no perder la senda. Esta parte es preciosa, grandes rocas
y paisajes de montaña de ensueño.
Y por fin conseguimos subir a lo más alto. Les
enseñamos a los niños cómo sabemos que estamos en el punto más alto, está indicado
por una figura que vemos a lo lejos, a la que se quieren subir sin dudarlo,
para estar todavía más altos. Hemos llegado al punto geodésico de Portín.
Aquí toca disfrutar de todo el paisaje. Divisamos Alfafara y una ruta que
hicimos hace un tiempo, y que dejo para contaros en otro momento.
El Portín es un punto más de referencia para saber que vamos bien
encaminados. Es entonces cuando empezamos una muy ligera bajada, y por el
camino nos encontramos más neveros, de tamaño más pequeño y ocultos por la
vegetación, pero si seguís el track os acercará a él desviándose un poco del
recorrido principal.
Como anécdota os contaré que un grupo de
senderistas nos empiezo a gritar desde lejos, nos preguntaron si iban bien, querían
llegar a la Cava de Don Miguel, y habían perdido la senda. Estaban
haciendo la ruta al contrario que nosotros, les intentamos indicar el camino,
esperando que llegaran bien. Esto me da pie a no dejar de insistir en que al
monte hay que ir mínimamente preparado, cosa que esta gente no hacía. Lo mínimo
es llevar ropa y calzado adecuado así como la ya comentada agua de sobra así
como algo de comida energética y que ocupe poco, estilo frutos secos,
chocolatinas, gominolas…
Por otro lado llevar un gps ya sea en el móvil
o bien alguno de uso específico para seguir rutas nos ayudará a no perdernos y
perder tiempo o hacer kilómetros de más.
Y hecho este inciso que no viene mal, seguimos
con la ruta.
Tras una ligera bajada, toca subir de nuevo. En
el camino, los niños siguen encontrando rocas alucinantes que subir y bichos
que investigar.
Y vemos la señalización, hemos llegado al Poblado
íbero del Cabeçó de Mariola, que les resulta curioso, y empiezan a
inventarse historias, su imaginación no tiene fin. Pero lo mejor del Poblado es
saber que tenemos la Cueva de Bolumini a la vuelta de la esquina de
hecho, literalmente se encuentra bajo nuestros piés.
Y así, bordeando la
montaña, descendemos con mucho cuidado, porque la senda es pedregosa y puede
resbalar, hasta toparnos con una concavidad impresionante. ¡Hemos llegado! Aquí
los niños vuelven a sorprenderse y a subir rápidamente, quieren entrar en la
cueva, así que subimos para entrar. Alguno se asusta ante la oscuridad, pero
les ha encantado.
Este es el fin de nuestros objetivos del día, pero no del trayecto.
Queda volver. Así que salimos de la cueva y empezamos en descenso, por esa zona
seguimos con precaución, hasta llegar a una parte más llana en el que se
indican varios caminos. Nosotros cogemos el que llega al camping, deja de ser
senda estrecha para convertirse en pista forestal, eso está bien, porque es
bajada amplia y fácil para los niños que ya tienen hambre.
Llegamos hasta el
camping y lo pasamos siguiendo una sendita hacia la izquierda que nos va a llevar
al área recreativa Font de Mariola, donde empezamos y en la que nos quedamos a
disfrutar de unos merecidos bocatas y algo de picoteo. Descansamos un poco y de vuelta a casa. En
el coche era de esperar, tardaron “cero coma” en dormirse, una dulce siesta en
coche hasta llegar a casa.
Hemos pasado un día sensacional, muy
recomendable, con varias rutas alternativas que hacer de una vez o de varias,
ampliables, o más reducidas pero en cualquier caso, maravillosas.
Resumiendo, la ruta es larga, casi 12 kms, y tiene
cierto desnivel. Nosotros la hicimos con un niño de 10 años, dos de 7 y uno de
4 años y medio y aunque algo cansados la acabaron sin problemas.
Al ser larga, recordad llevar algo de comida
(frutos secos, fruta, chuches, chocolatinas) y toda el agua que podáis. Por su orografía
llevad calzado de montaña para evitar resbalones y por supuesto consultar
predicciones meteorológicas para llevar protecciones adecuadas ya sea para el
sol o la lluvia.
No está de más llevar una linterna porque
aunque la cueva es muy abierta, está muy chulo meterse hasta el fondo con los
niños en busca de “tesoros”.
Esperamos que os guste y si la hacéis contarnos
vuestra experiencia.
Aquí os dejamos el recorrido:
TRACK
Y aquí el punto de inicio de la ruta donde podréis aparcar los coches y a la vuelta comer:
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